Por: José Núñez
El temor es propio del ser humano, pero cuando no existe un motivo fuerte o un ejemplo que lo pueda sustentar, entonces tenemos que pensar que puede haber una percepción de lo que podría pasar si las cosas no suceden a favor del que aupamos.
Y como el pragmatismo y el sobrevivir en la era del capitalismo digital ha echado a un lado las ideologías y el sacrificarse por una idea, por una causa, hay que darle paso aparentemente, no necesariamente, a la genuflexión, es decir, literalmente ponerse de rodillas frente a sus pensamientos o creencias por pingues beneficios personales.
Inclusive, se toma tal actitud solo por creer, sin tener las pruebas en las manos, pero para que tal creencia se posicione, algo debe traer el río, porque si suena, no es haciendo bulto.
En este contexto aterriza a la realidad el razonamiento de Nicolás Maquiavelo, quien dijo: «Es mejor ser temido que amado», y esta frase se tiene como una de las más famosos de este singular personaje, la cual se encuentra en el capitulo XVII de su libro titulado, «El Príncipe».
La frase anteriormente citada, tuvo como preámbulo este genial argumento de Maquiavelo: «Como los hombres aman según su voluntad y temen según la voluntad del príncipe, un príncipe debe apoyarse en lo que es suyo y no en lo que es de otro».
Es decir, que la actitud de miedo inexplicable de muchos que simpatizan con la potencial candidatura de Leonel Fernández, y que están en el Estado como empleados públicos, se los han creído, muy posiblemente porque entre los primeros decretos que se hicieron entre los funcionarios al asumir Danilo Medina su primer mandato (2012-2016), no hubo leonelistas, salvo algunos miembros del Comité Político, y se sabe que fue exclusivamente por ser parte de ese alto organismo morado.
También se trae a la memoria, que el activismo en pro de Danilo Medina cuando este ha aspirado entre los empleados y funcionarios públicos a todos los niveles era sin límites, sin importar el lugar, la hora y el espacio. El miedo no existía y mucho menos las indecisiones, inclusive, siendo el doctor Leonel Fernández presidente del país y aspirando también a seguir en el cargo, lo cual aconteció en el año 2007 para las elecciones del 2008.
En honor a la verdad, en esta gestión ni en ninguna otra de los peledeístas ha habido casería entre ellos, salvo casos aislados de algunos que otros de sus compañeros desaprensivos y de los partidos aliados. Pero sus mandatarios nunca han aprobado estas acciones, todo lo contrario.
Pero ahora todo ha cambiado tanto en el PLD, como tanto ha cambiado en sus estructuras y en el comportamiento de quienes dicen ser sus dirigentes, lo que queda más evidenciado en la perdida muy notoria de su disciplina y en el dirimir sus contradicciones políticas públicamente.
Esta situación de temor sin verse la causa es perturbadora, porque hasta nos hemos acostumbrado a los que venden sus cerebros, y dicen sin tapujos, mi candidato es el que diga mi jefe, no ya ni su equipo, y muchas veces estos jefes se lo creen y no entienden que ese apoyo no es a ellos, si no al cargo que ocupan, porque así los tumbas polvo creen que tienen garantizado sus empleítos.
Aunque algunos empleados lo hacen por vivezas y querer estar bien con todos, resultando casi siempre esta técnica, nefasta y desacreditadora para el que quiere hacer política y que se le tengan un mínimo de respeto.
Otros peledeístas no dan el paso final, por su interés, con todos sus derechos, y también justificados, de estar soñando con aparecer en un listado de posibles decretos en cualquier área, ya que pasó el tiempo de pedir por sus bocas donde quieren ir y de comer ansias…
De ahí que muchos entienden, que al estar la gran mayoría de los empleados más activos en el erario, cuando esté aclarado lo que parece evidente, que la reelección no va, ni la van forzar, el proyecto presidencial de Leonel Fernández se va a diferenciar en su apoyo mucho más aún del resto de los de sus compañeros, y entonces las elecciones internas en el PLD serían unas quimeras.
En conclusión, los temerosos, aquellos que no son ni frio ni caliente, los denominados por Maquiavelo, «tibios», y los que no corren riesgos en la actividad política, van a entrar al escenario interno después que la competencia interna esté prácticamente decidida por Nocaut, es decir, antes de terminar el raund final.